Algo de Minería...

Juan Godoy y Chañarcillo

Se cuenta que cazando guanacos halló casualmente la veta "La Descubridora" en mayo de 1832 y que de inmediato reconoció, porque también había sido apir y barretero.
A lo largo de varios siglos Chile ha pasado por distintos periodos de auge minero dados por la producción de oro, carbón, salitre o el cobre, en nuestra historia reciente. Semejante a éstos también hubo una "fiebre" de la plata en el siglo XIX a partir de los descubrimientos de Caracoles y Chañarcillo, sobre cuya explotación hay más literatura que investigación histórica, comparados con los otros minerales.
En general, se sabe que el mineral de plata de Chañarcillo fue descubierto por un mestizo llamado Juan Godoy en 1832, que está ubicado al sur de Copiapó al oriente de los llanos de Travesía en la Región de Atacama, y que dio origen a la villa "Juan Godoy". Durante su época "dorada" llegó a producir más de 332 ton de mineral, hasta 1874, cuando empezó su agotamiento.
En estricto rigor, el mineral fue un distrito situado a unos 1.000 m.s.n.m. en los cerros de Chañarcillo. Su descubridor, Juan Godoy, se había establecido con su madre y su hermano menor en Punta Pajonales, en las cercanías del yacimiento, ganándose la vida como leñatero, es decir, recolectando leña y arbustos silvestres que transportaba en burro a una fundición de la zona. Se cuenta que cazando guanacos o durante esa recolección, halló casualmente la veta "La Descubridora" en mayo de 1832 y que de inmediato reconoció, porque también había sido apir y barretero.
Tomó muestras de plata del lugar y las llevó a un ex patrón suyo que poseía una mina y una fundición, don Miguel Gallo Vergara en Copiapó, proponiéndole hacer una sociedad. Para examinar bien la potencial riqueza Gallo envió a su capataz Juan José Sierralta a comprobar la extensión, características y ubicación del filón, tras lo cual accedió al negocio y se presentaron con Godoy al Juzgado de Minas para inscribir el pedimento minero.
Luego se supo que ellos hallaron bolones de plata pura en "La Descubridora" que pesaban más de un quintal, noticia que corrió rápidamente atrayendo una muchedumbre humana que empezó a llegar a Copiapó para recorrer los cerros del lugar, constatando que había metal en toda su superficie y los pedimentos se multiplicaron en el Juzgado copiapino. Según antiguas crónicas, a poco andar Gallo ofreció comprarle el resto de los derechos a Godoy pagándole .245 de la época, desglosados en .245 al contado y un sitio con casa, ubicados al sur de la plaza de la ciudad.

A fines de 1832 Gallo se asoció con Ramón Ignacio Goyenechea y Francisco Ignacio Ossa en la explotación, cuya producción llegó a despertar el interés del Gobierno chileno porque generaba prosperidad para el país.
Mientras tanto, rústicos campamentos se establecieron dispersos al pie de los cerros de Chañarcillo siguiendo las distintas vetas. Ellos aglutinaron una población de 600 personas que obligó a apostar vigilancia para mantener la normalidad de las faenas y evitar desórdenes, juego y "cangalleo" o sustracción "hormiga" de mineral. Paulatinamente esa población minera fue concentrándose en un pueblo, placilla o "villa" denominada "Juan Godoy", que era abastecida de agua mediante pozos y norias, y conformado por una plaza, iglesia, mercado, escuela, calles, hospital, teatro, bodegas, canchas y cementerio, incluso una estación de la Compañía Ferrocarril de Copiapó donde llegaba el tren.
Pero esta riqueza minera también atrajo cantinas, juegos de azar y prostitución, por lo que al comienzo se tomó la medida de prohibir el ingreso de mujeres so pena de multa, y aquellas esposas que iban a ver a sus maridos debieron exhibir un permiso oficial para entrar al poblado. El literato José Joaquín Vallejos, "Jotabeche", fue dueño de la mina Constancia y escribió que en Chañarcillo las damas fueron declaradas un artículo de contrabando, viéndose a menudo hombres barriendo, lavando o cocinando porque podían ser corrompidos por el sexo femenino.
La fuerza de trabajo era compuesta por trabajadores mineros como los apires, que cargaban capachos con 80 kilos de mineral en la espalda; barreteros, peones, mayordomos y aguateros que, en algunos casos, percibieron su pago en fichas que cambiaban en la pulpería. Usaron herramientas como martillo, barreno, cuña y patero. En cuanto a alimentación, recibían raciones de charqui y cereales que fortalecían su condición física, pese a ser una dieta pobre en carne, verduras y frutas. Tan bullente actividad atrajo aborígenes collas y hasta migración extranjera desde Argentina. Algunas estadísticas registran que en 1870 aún quedaban 63 minas en operaciones dando ocupación a 1.570 mineros.
¿Y qué pasó con Juan Godoy y Miguel Gallo? En poco tiempo Godoy dilapidó su dinero al mismo tiempo que fue asediado por supuestos parientes y terceros, quedando en la miseria hasta fallecer en 1842, el mismo año que murió su ex socio. En su recuerdo fue erigido un monumento en la Plaza de Armas de Copiapó, que luego fue trasladado a la plazoleta que lleva su nombre frente a la Iglesia de San Francisco en la misma ciudad; y la Escuela de Minas de Copiapó colocó una placa recordatoria en el frontis de la casa que habitó en la calle Chañarcillo N°150.
En cambio, Miguel Gallo había integrado el Cabildo de Copiapó, fue elegido alcalde y dirigente de la Junta de Minería de la zona. Desde su hallazgo, se dedicó a trabajar "La Descubridora", que inspeccionaba diariamente, adquirió varias propiedades, entre ellas la hacienda Chamonate. Se casó con Candelaria Goyenechea teniendo varios hijos, y dejó una herencia de un millón y medio de pesos. Su viuda aportó mucha de esa riqueza a la construcción de los ferrocarriles de Caldera a Copiapó y de Santiago a Valparaíso, así como a la iglesia Matriz, al hospital de Copiapó, y a familias de copiapinos reclutados en la Guerra del Pacífico.
Hace cuatro años, en mi calidad de historiadora, tuve la oportunidad de conocer Chañarcillo, viendo aún vestigios de algunos socavones subterráneos, canchas de minerales, malacates, el típico murallón de la mina Dolores, cimientos de las edificaciones donde estuvieron el pueblo y el cementerio, todo en completo abandono. Aun así es posible apreciar cómo había sido esa explotación in situ.
Ciertamente Chañarcillo desencadenó un desarrollo económico, social y laboral en el norte chileno donde había comenzado nuestra historia patria con el paso de Diego de Almagro, precediendo a modernos adelantos como el ferrocarril y la navegación a vapor. De muchos, ha sido el más famoso, casi mítico, derrotero minero, que contribuyó a forjar grandes fortunas y sueños. Pero también esa plata nativa se tradujo en dinero constante y sonante que, pese a su efímero esplendor, marcó una época en Chile.
María Celia Baros M.
Licenciada en Historia


Arturo Volantines:

"Cuando muera no necesitarán abrir mi tumba, pues sólo se encontrarán con tierra de Copiapó"

Por María José Aguirre Bórquez
https://atacamaviva.cl/

Se describe como un poeta, investigador del patrimonio cultural de Atacama, editor y gestor cultural. Desde su natal Copiapó, ha imaginado el mundo bajo el prisma de un hombre que desde pequeño convivió con la pobreza, la soledad y la lucha permanente, pero a su vez con el traspaso riquísimo de vivencias de la historia atacameña heredada de sus abuelos y vecinos del barrio de Borgoño.

Es la vida y obra de Arturo Volantines, un copiapino, hoy radicado en La Serena, que junto con un activo rol en política desde joven, se ha convertido en un referente cultural en Chile y en el extranjero ocupando importantes roles, entre ellos ser Presidente del Comité Consultivo, para la Región de Coquimbo, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Revista Atacama Viva viajó hasta La Serena para conocer la vida y obra de este prolífico copiapino.
Atacama bajo la piel
Una fría mañana nos recibe en La Serena y una taza de café cargado es la que el escritor, gestor cultural e investigador copiapino, Arturo Volantines, nos ofrece antes de empezar esta entrevista, que nos llevó hasta su añosa casa ubicada en calle Infante esquina Cantournet, y en cuya fachada flamea impertérrita la bandera azul con la estrella amarilla.
Rodeado de libros, comienza a contarnos de su niñez y su vida en Copiapó, esa que aún respira y siente en sus venas cual cordón umbilical une a una madre con su hijo, pues según sus palabras "Copiapó no sólo es mi ciudad natal sino que es mi mundo, no tengo explicación del mundo a no ser que sea a través de Copiapó", nos cuenta, al mismo tiempo que comienza a ahondar en su historia.
De padre arriero y cateador, que descubriera la mina Cerro Negro y llegara hasta la hoy conocida mina San José, Volantines convivió desde pequeño con animales, aparejos y las herramientas mineras de su padre. De muy niño supo de pobreza, soledad y dolor, pues a los 14 años perdió a sus dos padres y debió quedar a cargo de sus hermanos más pequeños.
Sin embargo, pese a su dura infancia, reconoce haber tenido una niñez mágica, pues vivió junto a sus abuelos chilenos y argentinos en uno de los sectores más típicos y antiguos de Copiapó como es Borgoño. Allí, pese a estar rodeados de cerros, vivió en lo que denomina un pulmón verde y en donde la vida de barrio se vivía plenamente.
Los constantes raccontos con que Volantines nos habla sobre su infancia en Copiapó le llevan permanentemente a revivir personajes y hechos de la historia que recuerda como si los hubiese conocido y vivido en carne propia. Con detalle nos cuenta, por ejemplo, de la Batalla de Los Loros o el rol de personajes como Pedro Pablo Muñoz y Pedro León Gallo, además de muchos otros que defendieron el territorio que le vio nacer y que lleva como una huella marcada en su ser.
- ¿De qué manera ha logrado arraigar tanto la historia de Copiapó en su vida de artista, de investigador?
- "Toda esa memoria estaba muy presente en las casas del barrio. Yo me crié en ese mundo con los tíos, los abuelos, el entorno, y el andar con ellos en lugares que eran importantes para la historia de Chile. Mis abuelos argentinos tuvieron la cultura de vivir aclanados, entonces allí el mate, el queso de cabra y el estar en torno a una abuela casi centenaria, significaba estar recibiendo casi de primera mano información, y muchas veces vestigios con datos reales de hijos o nietos de gente que había participado en muchos de estos hechos".
El poeta aprovecha la instancia para recordar un episodio que refleja ese traspaso de conocimientos y vivencias históricas que se impregnaron en su historia personal. "Recuerdo que unos ancianos que vivían cerca de nuestra casa tenían una litografía de la Virgen del Carmen con soldados que le rendían pleitesía, y una vez al preguntarles sobre ello, me dijeron que era el único vestigio de esta guerra en donde habían participado y que tenían por ser unos de los pocos que retornaron a sus casas. Entonces, en esa cosa tan llena de misterio, en ese mundo, está formado mi imaginario", relata.
Y es que el mundo que conoció Volantines en su infancia estuvo lleno de historia y de vivencias que de generación en generación fueron enriqueciendo su conocimiento y arraigo con los héroes de antaño, y cuya lucha da hasta el día de hoy a través de su literatura, su arte, su respiro.
Manteniendo viva la flama del pasado
Hablar con Arturo Volantines es sumirse en la historia copiapina y del norte infinito, como él lo denomina. Cada palabra, cada relato, es una oportunidad para traspasar, a quien le escuche o lea, la magnificencia que este territorio y sus héroes tuvieron en el pasado y así mantener viva la historia de su tierra natal.

- ¿Cómo surge este ímpetu por defender el pasado?
- "Cuando tu comienzas a inquietarte de que este mundo va desapareciendo y con ellos los grandes copiapinos, su literatura, su historia, sus vestigios, y cuando empiezas a leer literatura nacional en donde se dicen cosas que no son ciertas y se da crédito a otras ciudades, tú dices 'esto es injusto porque aquí hubo gente que hizo florecer esto'. Frente a eso, y a que tú vas a un museo y ves vestigios atacameños, legítimos de Copiapó que deberían estar acá, tú dices 'esto no puede ser, tengo un deber que cumplir' y eso es lo que me he dedicado a hacer".
Con un pasado marcado por esta lucha, Arturo Volantines fue un acérrimo participante en política. Su marcada tendencia izquierdista le llevó a vivir en la clandestinidad y a decidir el rumbo de su futuro y el de su familia. El recuerdo de sus abuelos argentinos que siempre soñaron con regresar a su patria sin poder lograrlo, fue lo que motivó al escritor a radicarse hasta el día de hoy en la tierra de su mujer, La Serena, y así evitar el exilio a la Unión Soviética.
Desde esa tierra elquina, continúa su lucha y la extrapola a la actualidad con una crítica a la sociedad del presente y cuyo Estado es, a su juicio, cada vez más centralista. "Hoy estamos ad portas de un nuevo cambio, porque los ciudadanos ya no están aceptando que les impongan condiciones así como así. Por otra parte, la globalización está haciendo desaparecer a los pueblos chicos, sus lenguas, sus costumbres, y entonces los atacameños tenemos una oportunidad en el mundo de que nuestra diferencia, nuestra forma de ser, sea nuestra fortaleza para crecer equilibradamente".
- ¿De qué manera el conocimiento o no conocimiento de esta historia ha redundado en la actualidad?
- "Yo creo que, por ejemplo, si las autoridades hubiesen conocido el libro de Vicuña Mackenna sobre el desborde de los ríos, habrían tomado medidas antes del aluvión, porque este río va a volver a desbordarse, entonces creo que por parte de la autoridad puede que no haya habido la voluntad, la sintonía o el deseo de hacer distintas las cosas. Sin embargo, ha habido una respuesta importante de parte de la gente, y uno quisiera que las autoridades también tuvieran una mayor preocupación, que tuvieran una mayor perspicacia en usar el patrimonio como columna del desarrollo integral de la comunidad".
En medio de esta alerta, su particular visión sobre el "secuestro" del río Copiapó en manos de las agrícolas y mineras del valle, le hacen rememorar la profecía que visionariamente anunciara Crisógono Sierra y Velásquez: "El Padre Negro puso una cruz porque Copiapó va a desaparecer", nos cuenta.
Es esa lucha por la memoria histórica e identitaria de Atacama, la que le ha llevado a ser un poeta, escritor, político y gestor capaz de liderar todo un movimiento cultural que devuelva a esta tierra la memoria a veces perdida. "No entiendo mi poesía como un juego de palabrerías ajena a mi propio destino, y no entiendo el construir un Estado rico, pero huero", asegura.
Una austera pero prolífica vida
A primera vista, Volantines es de aquellos hombres que vibra con su trabajo y su obra. El tiempo parece correr de prisa entre los múltiples roles que debe cumplir y que ha adquirido motivado por entregar su conocimiento atacameño a todo quien desee conocer la historia.
Su legado lo ha tejido no sólo con sus obras, sino que también a través de la difusión de estas por medio de su Librería Macondo, ubicada en la tradicional Recova serenense. Al mismo tiempo, lo ha hecho de igual forma con el simple gesto de disponer de su casa para albergar el trabajo de cinco instituciones culturales que funcionan cohesionadamente por el rescate del pasado y una de las cuales él preside, la SALC.
- ¿Qué objetivo se han planteado con el trabajo de estas instituciones?
- "Trabajar en una forma ciudadana y no necesariamente académica, valoraros ello en su metodología, pero creo debe estar relacionado con el trabajo en terreno. Además de eso, nos parece que el trabajo debe ser asociativo y precisamente aquí funcionan la Sociedad de Creación y Acciones Literarias, SALC, que reúne a los escritores; otra institución que es la Pedro Pablo Muñoz Godoy, que es de historiadores; La Puerta, que reúne a cantautores; y La Agrupación de Escritores de Las Compañías, además de una comunidad cultural ecológica que se llama Corazón Verde. Aquí estamos construyendo memoria, reconstruyendo y dejando registro, porque a nivel del Estado hay muy poca preocupación por los archivos, y hacerlo es un propósito que nos hemos propuesto".
- ¿Qué otros proyectos se encuentra realizando?
- "Vamos a publicar un libro sobre los inicios del radicalismo que nace en Copiapó y luego en La Serena y Vicuña. Estamos también armando varios sobre la guerra del 79, estamos retomando una segunda parte para publicar un texto específico de la Batalla de Los Loros, también estamos trabajando en un libro medioambiental sobre la flora, fauna y medicina en Vicuña y publicaremos, además, uno referente a higiene minera, así como otro sobre una obra de teatro a cerca de la llegada de los españoles al Valle del Huasco".
Pero ello no es todo, porque Volantines también nos adelanta el pronto lanzamiento del libro "Participación del Choapa en la Guerra del Pacífico" del historiador Joel Avilés Leiva, así como de su creación literaria denominada "Sobre eros y tumbas", que trata sobre la opinión del Padre Negro en torno a Copiapó, además de la vida y obra de Flora Normilla y su gran amor que fue Miguel Gallo.
En medio de este vasto trabajo que ocupa la mayor parte de su tiempo, nos da una primicia. Se trata de la pronta presentación del anteproyecto para construir un memorial sobre la Batalla de Los Loros en que se ubicará al oriente del sector de las Compañías, en La Serena, y el cual contempla la construcción - por parte de profesionales arquitectos, arqueólogos e historiadores - de un museo de sitio en donde las personas puedan conocer los vestigios de este enfrentamiento bélico, y a su vez sirva de lugar de encuentro en donde los asistentes puedan apreciar el entorno y las riquezas de la flora y fauna existente en el lugar. "Esta batalla creo que es el mayor logro de la historia de Atacama y Coquimbo, porque fue en esta quebrada en donde, con armas hechizas, Pedro León Gallo y sus tropas de minero atacameño, derrotaron al ejército central, y en donde murieron hombres muy importantes de Atacama que entregaron su vida por ello, como fueron José Antonio Peña, Víctor Torreblanca, Manco Moreno, y muchos otros", explica el literato.
Este hombre, cuya historia atacameña corre por sus venas, dueño de obras que han trascendido más allá de las fronteras chilenas, y que, pese a ello, dice caracterizarse por una vida austera que anida en la esencia de todo copiapino, termina la entrevista con una frase que bien serviría para concluir alguno de sus poemas. "Si yo me muriera en este momento, creo que no van a necesitar abrir mi tumba para nada, porque si la abrieran no se van a encontrar con ninguna otra cosa, sino sólo con tierra de Copiapó"
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Monumento a Juan Godoy Normilla Cómo vestían los mineros chilenos durante los primeros 50 años del siglo XIX.

La minería ha sido la principal fuente laboral de nuestra Región desde épocas muy tempranas en la Historia. Ya en el siglo XV, antes de que comenzara la invasión española, el Valle de Copiapó, tenía el centro metalurgista más importante del Cono Sur, hoy conocido como Viña del Cerro, en la actual Comuna de Tierra Amarilla. Sin pretensiones desmedidas, podemos afirmar que la minería y la metalurgia chilena, tienen su origen en Atacama. Los arqueólogos Niemeyer, Cervellino y Castillo, hallaron un aro y un brazalete de cobre en el sitio El Torín, de la Cordillera de Copiapó, identificado como aldea de la Cultura Molle, cuyo fechado radio carbónico arrojó una antigüedad de cien años Antes de Cristo, con lo que demostraron que los Mollenses ya conocían el uso del cobre para hacer utensilios, unos quince siglos antes de la llegada de los Incas a nuestra Región. Esto nos habla de la importancia de la extracción de metales y su posterior fundido y mezclado en este territorio. Históricamente, ya en los siglos coloniales, XVII y XVIII, nuestra Región mostraba gran potencial minero. El viajero francés ; Amadeo Frezier, el año 1713, relataba que si el Reino de Chile pretendiera explotar los yacimientos mineros de esta zona: "Dada la gran cantidad de minas de oro y plata de las montañas de Copiapó, habrían de ocupar no menos de 40.000 mil hombres". Cifra que en para el tiempo presente, pueda parecer algo exagerado, es indicadora del potencial laboral que se visualizaba para este sector económico. Nos parece que la realidad actual de Atacama, le ha dado en cierta medida la razón a Freizer. También en los documentos de fundación de la ciudad de Copiapó, de diciembre de 1744, podemos encontrar información sobre el estado de la minería en el Valle, en el acta de fundación se relata la existencia de; no menos de 32 estacas mineras, la mayoría de ellas de oro. Es decir, la minería era la principal actividad económica en aquella lejana época, y lo sigue siendo en la actualidad, característica elemental para conocer y comprender nuestra Historia Regional. Pero fue en el siglo XIX, más precisamente a partir del 16 de mayo de 1832, cuando la minería de la plata, pasó a convertirse en el eje fundamental de la naciente República de Chile. En aquella fecha, Juan Godoy Normilla, hijo de una pastora indígena llamada Flora Normilla, descubrió casualmente un yacimiento de plata en un lugarejo al que denominaban Chañarcillo. La verdad sea dicha, Juan Godoy no era minero de oficio; pero como arriero que era, estaba acostumbrado a cargar y transportar en sus burros cajones con minerales, desde las minas a los "ingenios" y trapiches; por lo tanto, sabía distinguirlos por color y textura. Esto explica porqué al descubrir el yacimiento, lo mantuvo en secreto, se vino a Copiapó pretextando enfermedad repentina, y las muestras ocultas de mineral que trajo, las mostró solamente a don Miguel Gallo Vergara, empresario que le merecía confianza. Ya es sabido que el cerro de Chañarcillo enriqueció extraordinariamente a este y a varios otros empresarios; pero Juan Godoy, analfabeto, carente de las mínimas capacidades para desenvolverse socialmente, malgastó su parte en fiestas y "chinganas" y falleció pobre, nadie sabe ni cómo ni cuándo ni dónde. Mucho se ha hablado de él, pero, la verdad es que poco conocemos sobre este héroe de nuestra minería. Copiapó lo ha homenajeado erigiéndole una estatua ubicada en la Alameda Manuel Antonio Matta; De ella se ha dicho que no lo representa y que sería supuestamente un minero escocés, y no nuestro joven Godoy Normilla, así se ha ido forjando el mito y desnaturalizando nuestra historia. Pero, lo cierto es que desde fines el siglo XVIII, el minero del norte chileno, vestía con coscacho, culero, y una suerte de faldón, tal como se representa en la estatua de Juan Godoy. Los dibujos de Recaredo Santos Tornero, de Luis Laurent Simonin, y principalmente el Atlas de Historia Física y Política de Chile de Claudio Gay, y del pintor alemán Mauricio Rugendas, retratan y describen cómo vestían los mineros chilenos. Pero, también está el relato de Vicente Pérez Rosales, en su obra; "Recuerdos del pasado" (capitulo XII), allí Pérez Rosales, describe lo siguiente: "Los domingos, a la caída del sol, lucían en la recova sus pintorescos trajes los señores del combo y la cuña, trajes-jardines por sus variados colores, y hasta cierto punto graciosos y elegantes.

El minero usa calzoncillos anchos y cortos, perfectamente encarrujados alrededor, que solo le llegan a las rodillas, sobre ellos un ancho culero que le cae a media pierna, y por sobre todo una larga camisa de listado que, cubriendo la mayor parte del culero, sólo deja sus faldones al descubierto. Una enorme faja de color ciñe su cuerpo desde la cadera al pecho: en ella, hacia adelante, va colgada la bolsa tabaquera, y por la espalda se divisa el mango de un puñal. Usa medias negras y sin pies, y por calzado ojotas. Un gorro negro o lacre, con una gran borla que le cae sobre el cogote o sobre la oreja, es el adorno de la cabeza; pero donde el minero echa todo el lujo es en la manta, que compra sin reparar en precio siendo buena, y que carga con suma desenvoltura y gracia". Otro ilustre viajero que describió el traje de los mineros chilenos de la época, fue el sabio inglés Charles Darwin, en su libro "Viaje de Circunnavegación Alrededor del Mundo", aunque su descripción no es tan buena como la de Pérez Rosales.

Este es otro antecedentes más para ir dilucidando el cómo era la vestimenta de un minero del norte chileno. Además, nos parece importante mencionar, con relación a la discusión sobre el traje de Juan Godoy (en su estatua) que el "Kilt" o falda escocesa, es el traje nacional oficial de los escoceses, por lo tanto, sería absurdo que un escocés vistiera ese atuendo para trabajar en las minas; equivaldría a que un chileno se vistiese de "huaso" para ejercer ese mismo trabajo. Nos parece que así podemos ir poniendo punto final al mito y a la deformación de que Juan Godoy estaría ataviado como un minero escocés. Otro mito se refiere al rostro de la estatua; se ha dicho que no es el de Juan Godoy, que es un escocés. Una vez más debemos decir que aquella opinión es errónea. Ahora bien, efectivamente no es Juan Godoy, pero sí el modelo más parecido a él, que se pudo encontrar en Copiapó. El relato del escritor huasquino Román Espech, contemporáneo de aquella época, de alguna manera viene a entregarnos algo de luz al respecto. Como bien sabemos la estatua fue mandada a hacer, bajo la intendencia del Coronel José Francisco Gana, en 1850. Como para aquel entonces ya había muerto Juan Godoy Normilla, y se requería hacer una reproducción exacta de su rostro, preguntaron a quienes lo conocieron para saber, qué persona tenía un biotipo similar a Godoy Normilla. Román Espech, dice que fue así como hubo consenso en que el más parecido era un arriero argentino, avecindado en nuestra ciudad; de él se habría hecho un daguerrotipo que se envió a Birmingham, para que artistas y fundidores hicieran la escultura; por lo que no solamente el traje es el típico, sino que también el rostro de Juan Godoy Normilla, sería como el de este arriero argentino, parecido a él. No obstante, sobre la Estatua y su forja, tenemos la sospecha, basado en algunos antecedentes, de que esta figura bien, pudo haber sido fundida en Paris, y no en Inglaterra. El año 1939, en la revista VEA nº 28, del mes de octubre, se señala que la estatua, habría sido fundida en París, en la Fundición Donzel, calle Popincourt número 72, este dato se habría obtenido, cuando en un temblor, se habría desprendido la cabeza de la estatua y dentro de ella se habría encontrado la tarjeta de presentación del fundidor. La revista dice; " Ahora la tarjeta del fundidor está en poder nuestro. Creemos que constituye el documentos más curioso de propaganda que jamás haya ocupado un ser humano". De esta forma estamos dando un pequeño paso en esclarecer los mitos que rodean a esta estatua conmemorativa, y que tanto representa en el patrimonio y la identidad de la región de Atacama . 


"La Copiapó": 

Primer ferrocarril Tren que circuló en Chile y es la locomotora más antigua de América del Sur.

Su historia comienza con la necesidad de transporte de toneladas de plata extraídas de la minal de Chañarcillo en 1832, ubicada 73 km al sur de la ciudad de Copiapó y posteriormente por el auge minero del rico mineral de Tres Puntas en 1848.

Con un carro de equipaje y tres carros de pasajeros de primera, segunda y tercera clase, de las cuales la diferencia radica en la calidad de los asientos y la decoración interior. La Locomotora 'La Copiapó' fue construida por Norris Brothers en Filadelfia en 1850.

Es la locomotora más antigua todavía existente en América de sur. Su inauguración fue el día 25 de diciembre de 1851.

A partir del 1 de enero de 1852 'La Copiapó' realizó un viaje diario: Salía a las 9.00 de Copiapó y llegaba a las 13.00 a Caldera, saliendo nuevamente de regreso a Copiapó a las 15.00.

El pasaje costaba en primera 4 pesos y 2 reales y en segunda 2 reales. La carga se pagaba a 4 reales por quintal.

Su funcionamiento duró hasta 1858, Ese mismo año participó en la Exhibición Internacional de Santiago, que se realizó en la Quinta Normal, finalizado el evento, formó parte del Museo nacional hasta el año 1894.

El primer maquinista de 'La Copiapó' fue el irlandés John O'Donovan, popularmente conocido como "el cara 'e fuego", debido al color que daba el fuego de la caldera a sus rojizas patillas.

Hoy solo queda el recuerdo de un pasado glorioso de la minería Artesanal en la región de Atacama

La Región de Atacama, ubicada en el norte de Chile siempre mostró una fuerte actividad minera. A partir de las culturas pre-hispanicas, durante la colonia y la época de la industrialización global, finalmente hasta la actualidad la minería es la actividad económica más importante de la zona.

Gracias a este auge es que nacieron un sin número de pueblos, los que hoy muchos de estos están desaparecidos y solo quedan vestigios de lo que fue el inicio de la pujante actividad minera en la región.

Cada uno de estos pueblos guarda una importante historia que a continuación damos a conocer como muestra de que aun siguen vivos en el recuerdo de Atacama aunque de ellos solo encontremos ruinas.

Las ruinas de Puquios

Se ubican en la pre-cordillera, a 60 Km. hacia el este de Copiapó. Puquios era un pueblo minero con más de 5000 habitantes, estación ferrocarril y alcalde. A partir de los años 30 los mineros abandonaron este sitio. Hoy día se puede observar los restos de las casas, las plantas industriales y el cementerio.

Las casas principalmente eran de adobe y todavía se puede imaginar el diseño del siglo pasado. Puquios era conectada con el ferrocarril de Caldera - Copiapó.

Su ubicación cerca de sectores mineros como Dulcinea y Tres Puntas aseguraron un cierto desarrollo.

Guillermo Wheelwright proyectó a partir de Puquios una línea férrea hacia Argentina. Pero la caída de la minería al fin del siglo, problemas del financiamiento y dificultades topográficos no permitieron este proyecto.

Carrera Pinto

Se ubica entre Copiapó e Inca de Oro. El Pueblo quedó abandonado en las ultimas décadas. Hasta los años ´90 vivía una persona y existía un kiosco en el sector.

Según cuenta la historia Carrera Pinto era muy importante, puesto que su ubicación entre el temprano ferrocarril de Puquios y las minas de Tres Puntas, le aseguró un tráfico considerable de pasajeros y metales.

Chañarcillo

Con el pueblo "Juan Godoi" (hoy: Juan Godoy) es probablemente el distrito minero histórico más conocido y también más mítico de la Región Atacama.

La antigua mina Chañarcillo con el pueblo abandonado de Juan Godoy se ubican entre Vallenar y Copiapó. Las ruinas del pueblo antiguo "Juan Godoy" muestran el impactante crecimiento económico del sector . Las minas de Chañarcillo están cerradas y no hay recorridos turísticos en el sector. Los piques y socavones antiguos no muestran ningún tipo de medidas de seguridad. Además es un laberinto sin salida. Las ruinas del antiguo pueblo muestran todavía las dimensiones que tenía la aldea. Se puede reconocer las calles y algunos cimientos de edificios.

Tres Puntas

Probablemente el segundo distrito minero histórico más conocido después de Chañarcillo. Ubicado a 80 kilómetros de distancia de Copiapó.

En el lugar todavía se puede observar una gran cantidad de minas abandonadas con restos de plantas y edificios. Del mítico pueblo quedaron algunos muros y cimientos.

Entre 1848 y 1922 la producción alcanzó desde 20 hasta 70 toneladas de plata fina anualmente. Según descripciones históricas, Tres Puntas podría ser una ciudad modelo de una película del oeste. En la zona se instaló una minería altamente tecnificada para esa época. Especialmente las minas de empresas inglesas alcanzaron cantidades de producción impresionantes.

Lamentablemente los yacimientos no continuaron hacia profundidades muy altas, las leyes se bajaron y la mineralización se cambio.

Pero la época de bonanza de este distrito no fue tan corta como generalmente se ha pensado: casi 30 años después del descubrimiento la producción de plata fina alcanzó casi 27 toneladas. Hay que considerar que en aquellos tiempos (entre 1895 y 1910) la plata como metal entro en una crisis mundial. El precio cayó hacia al fondo - y una recuperación se alejó cada año. Muchas minas perdieron para siempre su rentabilidad.

Carrizal Alto

Era uno de los sectores mineros más importantes de la Región Atacama. Ubicado entre Copiapó y Vallenar, a unos 30 kilómetros hacia al este de Carrizal Bajo. Hoy día solo quedan restos de este pueblo emblemático. El gran cementerio todavía resiste pero el tiempo de desuso ya se nota.

Para llegar a Carrizal Alto hay que tomar el camino Carrizal Bajo - Pan Americana y en Canto de Agua hay que doblar hacia al norte. A un kilómetro de llegar al pueblo se ve a mano derecha el cementerio.

Durante todo el camino se puede observar el trayecto abandonado del ferrocarril. Como en todos los sitios históricos:

Hoy día se quedan solo restos de este pueblo emblemático, en el que se desarrolló un trazo importante de la historia minera cuprífera atacameña en el siglo pasado. Para hacer un poco de memoria, el mineral de Carrizal Alto se ubicaba exactamente, de acuerdo a documentos de la época, a 477 metros sobre el nivel del mar, a 5 kilómetros al norte de Canto del Agua y en el departamento de Freirina.

De acuerdo a versiones de carácter oral, recogida por historiadores locales, se atribuye al indio Quichomanque el descubrimiento del mineral de cobre Carrizal, y es posiblemente uno de los primeros que trabajó allí para extraer el mineral.

En el sector "del Bajo" se situó la villa de Carrizal Alto, donde residió el mayor número de mineros y sus familiares. Se ubica a 434 metros de altitud y a 36 kilómetros al este del pueblo de Carrizal Bajo. En esta villa fue que se estableció la Recova, la oficina del subdelegado del Gobierno, Registro Civil, Correos, Telégrafo, Colegios, plaza, teatro, iglesia, estación ferroviaria, hospital y lazareto.

"El Morado"

Se encuentra a 43 kilómetros hacia al oeste de Domeyko. En el pueblo todavía existen casas casi intactas. Un gran número de las construcciones son de adobe y tabique. Algunas solamente de pircas o de pura madera.

En la entrada del pueblo llama atención un derrame del tranque de relave ubicado algunos kilómetros más arriba del pueblo.

Llama atención que El Morado (no era un pueblo demasiado grande, pero tampoco pequeño), no figura en muchas cartas históricas. Las estadísticas nombran por el año 1895 solamente 295 habitantes.

Así El Morado falta completamente en el mapa de 1919. En los mapas de los años 1950 en adelante está incorporado.

En 1952 se intensificaron las actividades mineras. En las minas y el pueblo nuevamente entró la vida. Con una tecnología minera más moderna y una planta de concentración de minerales trabajaron hasta los fines del año 1973.

Hoy día la explotación de recursos no renovables en la Región Atacama ha llegado a cifras sumamente altas. Principalmente se trata de cobre, hierro, oro y plata; en el grupo de los no- metálicos: calizas, arenas y gravas y fosforita entre otros. Cabe decir que la pequeña minería en depósitos de alta ley - generalmente de tipo vetiforme, todavía se mantiene.

Actual monumento a la mineria en la Plaza de Armas en Copiapo

En los tiempos de riqueza del mineral de Chañarcillo, a mediados del siglo XIX, la plata en su forma mineral abundaba en nuestros alrededores. Era una époa de riqueza, donde todo era posible, dice que se podían haber pavimentado calles de plata...

Era una época donde los lujos y los sueños estaban allí, al alcance de la mano. En esa época fue que se mandó esculpir a Paris el monumento a la minería, el mismo que está actualmente en el centro de nuestra plaza.
Es la imagen de una mujer que tiene el incomparable mérito de haber sido esculpida en un solo trozo de marmol, constiruyendo una obra única en su género.
Pero cuenta la leyenda que en los momentos en que el monumento se estaba levantando y se estaban realizando los primeros trabajos de nivelación, alguien propuso que la imagen minera tenía que tener una base de mineral puro, cual otra base sería demostrar pobreza, no sería digna de esta zona, ni tampoco de lo que la bella imagen representaba.
Entonces porque no nivelarlo con una gran cantidad de barras de plata pura de Chañarcillo. Y así se hizo.
Esto es lo que cuenta la leyenda.


El derrumbe de la mina San José

El derrumbe de la mina San José se produjo el jueves 5 de agosto de 2010 alrededor de las 14:30 horas, dejando atrapados a 33 mineros a unos 720 metros de profundidad durante 69 días. El yacimiento, ubicado en la comuna chilena de Caldera, a 30 km al noroeste de la ciudad de Copiapó, era explotado por la compañía San Esteban Primera S.A.

Las labores de rescate comenzaron el mismo día por la noche a cargo del ingeniero en minas Miguel Fortt Zanoni, planificando, asegurando el área, realizando reconocimiento de la mina e ingresando en búsqueda de lugares de acceso, y acumulando recursos humanos y logísticos. En la madrugada del viernes, grupos de rescatistas empezaron a trabajar para lograr acceso por una chimenea de ventilación. Un nuevo derrumbe se produjo en la tarde del sábado 7 de agosto, necesitando entonces maquinaria pesada para continuar con las tareas.

El domingo 22 de agosto, alrededor de las 7:15, una segunda sonda consiguió «romper fondo» a 688 metros de profundidad, llegando a una rampa que estaría a 20 metros del refugio. La noticia llenó de esperanzas a los familiares y cercanos a los atrapados que, debido al fallido trabajo de la primera sonda, ya casi no creían que los mineros se encontrarían con vida. Luego, alrededor de las 14:55 horas, se dieron a conocer los primeros indicios del estado de los mineros, ya que al retirar la sonda, ésta salió con marcas de pintura roja, como muestra de que había mineros con vida, y a las 15:17 el presidente Sebastián Piñera mostró una nota enviada desde el interior del refugio de la mina, escrita en una hoja de papel con lápiz color rojo, y confirmando que los mineros se encontraban con vida, que decía:

La noticia provocó la alegría de todas las personas que se encontraban en la mina, y de todo el país, desatándose una verdadera fiesta nacional, en que la gente salió a celebrar a las calles, reuniéndose en puntos donde normalmente se celebran triunfos deportivos, como Plaza Italia en la capital, mientras que las personas que se encontraban en la mina entonaron el himno nacional de Chile, generando reacciones en la prensa nacional e internacional. Unas horas más tarde, mediante una cámara de video para inspección establecieron contacto con los mineros, captando las primeras imágenes de los atrapados.

Al día siguiente, se procedió con la re-hidratación de los mineros: Se les envió agua, bebidas isotónicas así como medicamentos. Aproximadamente a las 11 de la mañana, se les entregó un cuestionario para que respondieran e informaran sobre su estado de salud, el que resultó con 5 de cada 10 mineros con estrés. Estos elementos estaban contenidos en un dispositivo denominado «paloma», que consta de una tubería de PVC de alta resistencia cuyo diámetro le permite desplazarse con holgura por el interior de la perforación.

El jueves 26 de agosto los mineros enviaron un video donde se grabaron a ellos mismos, saludando a sus familias. El video, que fue mostrado en televisión, emocionó a todo el país. En el mismo, se mostraron con aparente buen ánimo y nuevamente entonando el himno nacional chileno, recorriendo el mundo, noticia que encabezó las primeras páginas de los medios internacionales.

Tras 33 días de perforaciones interrumpidos sólo por problemas en la maquinaria, uno de los 3 planes, el B, con la máquina Schramm T130 consiguió «romper fondo» a 623 metros de profundidad. Inmediatamente se comenzó a idear un «plan de encamisado» (entubamiento del ducto) y se decidió encamisar parcialmente la perforación. A las 3:00 del día 11 de octubre de 2010, se anunció que los trabajos de encamisado habían alcanzado 56 m, y se decidió terminar a esa profundidad el trabajo. A las 12:00 del mismo día, el ministro de Minería, Laurence Golborne, anunció que el rescate comenzaría a las 00:00 hrs. del miércoles 13 del mismo mes, con una duración aproximada de 48 hrs. Finalmente, desde las 00:10, se logró traer a la superficie al primer minero, y luego a los siguientes, a un ritmo de cerca de uno por hora.

Toda la operación tuvo un costo de entre 10-20 millones de USD, un tercio de la cual fue financiada por donación de privados y el resto por el Estado de Chile y Codelco.

Hasta la fecha es el mayor y más exitoso rescate de la historia de la minería a nivel mundial, siendo el evento con mayor cobertura mediática de esas características con alrededor de 1000 a 1300 millones de telespectadores (sólo superado por el funeral de Michael Jackson de 2009 y superando por más de 400 millones de telespectadores a la misión del Apolo XI de 1969). Según un estudio, el impacto mediático mundial del rescate es el mayor de la historia reciente de Chile, superior al que generó el terremoto del 27 de febrero de 2010.

Posterior al rescate se efectuó una investigación referente al accidente, cerrándose en agosto de 2013 sin responsables.


Los 33 de Atacama

¿Quiénes fueron estos mineros?

Para algunos de los 33, el 5 de agosto del 2010 era su primer día de trabajo, otros querían dejar para siempre el yacimiento, mientras que la mayoría seguía su jornada habitual como mineros de profesión cuando ocurrió lo insospechado: un desplome al interior de la mina que los dejó atrapados.

 A continuación una breve historia de cada uno de los 33 mineros ya rescatados, de acuerdo a datos suministrados por el Gobierno de Chile y en orden cronológico partiendo desde el último en ascender:

Luis Urzúa Iribarren: El último en emerger de las profundidades de la tierra fue el jefe, el que organizó todo en la mina, con turnos y un sistema de vigilancia. Casado, de 54 años, se aisló en una camioneta al interior de la mina para planificar cada día. Su experiencia y bajo perfil han sorprendido a las autoridades y expertos de la NASA.

Ariel Ticona Yáñez: El penúltimo rescatado es casado y tiene 29 años, vio nacer a su tercera hija desde el fondo de la mina a través de un video que le había grabado en las horas previas su esposa, quien lo abrazó a la salida del pique. Aunque tenía otro nombre para su hija, decidió llamarla "Esperanza".

Pedro Cortés Contreras: El trigésimo primero en llegar a la superficie es electricista, tiene 26 años, y es uno de los artífices de haber instalado un sistema de comunicación entre la mina y la superficie. De buen humor, se desempeñaba también como conductor de camiones tras haber perdido un dedo en un accidente en la mina.

Raúl Bustos Ibáñez: Había perdido su trabajo como astillero tras el devastador terremoto y maremotos que sacudieron al país en febrero. Con 40 años y casado, el hombre que recibió el pase número 30 decidió buscar trabajo en el norte de Chile y tras su primer día de labores en la mina, no alcanzó a salir cuando se produjo el derrumbe.

Juan Carlos Aguilar Gaete: Desde el sur de Chile viajó al otro extremo del país en busca de un mejor trabajo tras su experiencia en las minas de carbón. Casado, 49 años, el número 29 de la lista manifestó en cartas a su pareja que deseaba tener otro hijo.

Richard Villarroel: Es increíble, pero su madre supo que su hijo trabajaba en la mina cuando conoció la lista de los 33 mineros atrapados. Mecánico de profesión y amante de la computación de 27 años, el vigésimo octavo en salir espera presenciar el nacimiento de su hija programado para noviembre.

Franklin Lobos: Uno de los mineros más famosos por su pasado de futbolista profesional fue el vigésimo séptimo en salir del pique. El hombre de 52 años se desempeñaba como conductor de un camión al momento del accidente. Bajo tierra recibió camisetas autografiadas de entrenadores, futbolistas y equipos de renombre mundial y una oferta para ser técnico de fútbol.

Claudio Acuña Cortés: Especialista en perforaciones de 34 años, el número 26 en emerger del fondo de la tierra le pidió desde la profundidad matrimonio en una carta a su pareja Fabiola Araya. Le prometió que realizaría un gran matrimonio, con el dinero donado por un empresario.

Renán Ávalos Silva: El vigésimo quinto es amante del fútbol y los caballos, entró a la mina recomendado por su hermano Florencio, quien fue el primero en salir. Soltero, de 29 años, se desempeñaba como cargador al interior del yacimiento. Recibió varias camisetas de clubes de fútbol como regalo y las envió a la superficie días antes del rescate para calmar su ansiedad y asegurar su posesión.

José Henríquez: Sus propios compañeros lo califican como el guía espiritual. Con 56 años y casado, quien arribó en el vigésimo cuarto lugar, ha ayudado a sus compañeros a no perder la fe. Consiguió que les enviarán 33 biblias. Antes del accidente, ya pensaba en dejar la mina.

Carlos Bugueño Álfaro: En el vigésimo tercer turno salió este soltero de 27 años, que quiere tener su casa y un auto, razón por la que decidió entrar a la mina. Ahora, ya en la superficie quiere volver a su antiguo trabajo de guardia de seguridad.

Samuel Ávalos Acuña: El vigésimo segundo pasó de ser vendedor callejero a formar parte de los trabajadores de la mina hace cinco meses. Tiene tres hijos y le prometió a su conviviente de hace 21 años, Ruth González, casarse cuando saliera de la mina.

Johnny Barrios: El enfermero de 50 años, el número 21 en salir, fue quien veló por la salud de los mineros. El llamado "doctor de los mineros" fue pieza clave para que las autoridades pudieran monitorearlos. Pero también es conocido por su historia amorosa, ya que en la superficie lo esperaban dos mujeres: su conviviente Susana, con quien vive hace una década, y su esposa legal Marta, quien afirmó que ni siquiera se acercaría a la mina.

Darío Segovia: Al igual que otros mineros, al del vigésimo turno en salir no le correspondía trabajar, pero se había ofrecido para hacer doble turno cuando ocurrió el derrumbe. Casado, de 48 años, es miembro de una familia de mineros, por lo que habían comentado los peligros que veía al interior de la mina.

Pablo Rojas Villacorta: El décimo noveno en emerger es casado, con 45 años, y debió enfrentar muchas emociones. Una semana antes del derrumbe su padre había fallecido. Llevaba cinco meses trabajando en la mina para costear la carrera de medicina de su hijo.

Esteban Rojas: Al salir como 18 del túnel, acabó con una racha de mala fortuna. El día de derrumbe no le correspondía trabajar en la mina, pero tenía dos días pendientes tras asistir al funeral de su tío. Previo al accidente, ya había resuelto renunciar a la mina. Casado, 44 años, tiene tres hijos.

Omar Reygadas Rojas: El número 17 de la lista es viudo, de 56 años, canoso y apodado "Abuelo", es uno de los que pueden contar que este es su tercer gran accidente minero y quienes lo conocen saben que su pasión es la minería subterránea, por lo que no está claro que deje este trabajo pese a esta histórica hazaña. Salió del ducto con una bandera de Colo Colo, el equipo de fútbol más popular del país.

Daniel Herrera Campos: De taxista, el décimo sexto rescatado se convirtió en conductor de camión en la mina siniestrada. Soltero, 27 años, fanático del fútbol, quería volver a la superficie para reencontrarse con su madre, quien lo esperaba a la salida del pique.

Víctor Segovia Rojas: El décimo quinto en salir es catalogado como el escritor de la mina y ya ha redactado decenas de páginas de lo que podría ser su primer libro de los 33 mineros bajo tierra. De 48 años, estuvo de cumpleaños el día del terremoto en Chile, el 27 de febrero. Segovia, que tiene cinco hijas, sueña con publicar un libro y muchas editoriales se pelean por su testimonio.

Víctor Zamora: El número 14 de la lista es casado, tiene un hijo y otro por venir. El 10 de octubre cumplió 34 años y es conocido como el "Cantinflas" por su notable humor. Sus compañeros dicen que se ríe hasta del dolor de muelas que lo aqueja hace varias semanas, al tiempo que intenta imponer orden en los gastos de su familia.

Carlos Barrios Contreras: El décimo tercer rescatado sólo alcanzó a disfrutar tres meses del buen sueldo que pagaba la mina cuando ocurrió el accidente. Con 27 años, de los cuales 10 ha entregado a la minería, recibió una carta de su novia en la que le comunicó que sería padre.

Edison Peña: Soltero, de 34 años, en los primeros días de encierro corría 10 kilómetros diarios para calmar la ansiedad. Es uno de los mineros en mejor estado físico. Definido por sus compañeros y autoridades como uno de los más realistas y pragmáticos. Al emerger en duodécimo lugar, le dijo a su familia que gracias a ellos estaban vivos.

Jorge Galleguillos: El undécimo en salir es casado y de 56 años. Fue quien cantó y bailó cueca cuando el 18 de septiembre los mineros celebraron las fiestas del bicentenario de Chile a 700 metros de profundidad. Sin embargo, era uno de los más afectados emocionalmente por el accidente.

Álex Vega Salazar: El décimo de los rescatados es casado, de 31 años y con tres hijos, es mecánico desde hace nueve años en la mina y estaba juntando dinero para no vivir con su familia en la casa de sus padres cuando ocurrió el accidente. Es uno de los más alegres y optimistas del grupo.

Mario Gómez Heredia: Considerado uno de los riesgosos por ser el de más edad con 59 años, el noveno en salir con los brazos en alto y lleno de júbilo fue uno de los primeros en enviar una carta directa a su esposa el día en que se supo que el grupo estaba vivo. Gómez además fue quien entregó a los equipos de rescate las coordenadas exactas donde estaban los mineros atrapados, lo que agilizó y facilitó las labores de perforación.

Claudio Yáñez: El octavo en la lista de salida que, al igual que otros mineros, trabajaba para pagar sus deudas cuando ocurrió el accidente. Con 34 años, pensó en faltar el día derrumbe, pero se arrepintió por el dinero que perdía en cada jornada. Fue el primero en pedir cigarrillos.

José Ojeda: Viudo, de 45 años, es el autor de la frase celebre que recorrió el mundo: "Estamos bien en el refugio los 33", lo que revivió las esperanzas y desató el júbilo de todo un país. Tiene 27 años de experiencia en minas. Era uno de los considerados más frágiles de salud debido a su diabetes, pero salió sin problemas de la cápsula al ser rescatado en séptimo turno. Inmediatamente después de sonreir a quienes lo esperaban en la superficie, levantó una bandera de Chile, gesto que recibió el "Chi Chi Chi le le le, ¡Viva Chile! con el que han sido vitoreados cada uno de los que han llegado.

Osman Araya Araya: Sexto en salir. De recolector de frutas a minero arrepentido. Este minero de 29 años, casado, padre de cuatro hijos, se había quejado por las malas condiciones y falta de seguridad de la mina. Había decidido renunciar a fines de agosto, cuando ocurrió el derrumbe.

Jimmy Sánchez: Soltero, de 18 años, es el más joven de los 33 mineros y uno de los más asustados. Quería dejar el trabajo y volver al colegio para terminar sus estudios. Tras ser el quinto en emerger de la profundidad de la montaña, tiene planes de casarse con su novia.

Carlos Mamani Solís: Cuarto en salir. Casado, de 23 años, es el único extranjero de la mina. De nacionalidad boliviana, llevaba cinco días en el lugar cuando ocurrió el derrumbe. Antes de dedicarse a la minería, era agricultor en Bolivia. El presidente Evo Morales prevé darle personalmente un saludo.

Juan Illanes Palma: Tercero en ser rescatado. Con instrucción militar, participó como miembro del Ejército en el conflicto de 1978 con Argentina. Casado, 51 años, es uno de los líderes de los mineros atrapados. El pasado 9 de septiembre celebró su cumpleaños a 700 metros de profundidad y planea dejar el trabajo en las minas.

Mario Sepúlveda: Como uno de los mineros más extrovertidos del grupo, que ante la flaqueza de algunos de sus compañeros les entregó aliento, a su salida como el segundo en emerger del fondo, saludó eufórico y entregó piedras de recuerdo a las autoridades, incluyendo al presidente Sebastián Piñera. Este minero, de 40 años, llamó la atención por su capacidad para enfrentar a las cámaras y mostrar al mundo en las condiciones en que vivían al fondo de la mina y como se habían organizado ante la adversidad.

Florencio Ávalos Silva: Fue el primer rostro que recorrió el mundo cuando se mostraron las imágenes iniciales de los mineros atrapados y además fue el primero en subir en una cápsula especialmente diseñada para sacarlos de la profundidad. Pese a tener 31 años, casado, es el capataz de la mina, cargo que dejó por el de camarógrafo oficial de las grabaciones de los 33 operarios bajo tierra.

Nota: Inicialmente se incluyó a William Órdenes, quien se quedó dormido el día del accidente y a Roberto López Bordones

 

 China donó estatua en conmemoración al rescate de los 33 mineros

La epopeya de los 33 mineros que estuvieron atrapados bajo tierra durante 70 días en la ciudad de Copiapó, quedaró plasmada en una escultura que China donó a la municipalidad, un año después del histórico rescate. La estatua, de 12 metros de altura y 20 toneladas de peso, fue encargada al artista chino Yao Yuan por la Fundación Esculturas por la Paz en el Mundo (WPS por sus siglas en inglés), una organización privada sin fines de lucro del país asiático. La presentación oficial del proyecto tuvo lugar en la Embajada de Chile en Beijing, con un acto en el que participaron el alcalde de Copiapó, Maglio Cicardini, el director de WPS para Latinoamérica, Marcelo Pizarro, y el artista, además de figuras diplomáticas. "Estamos felices por el reconocimiento del pueblo de China al valor, la fuerza y la nobleza de los mineros chilenos por haber escrito esta epopeya", dijo Cicardini, y destacó que el gesto "va a quedar en el corazón de todos los chilenos".

Fuente: Emol.com - 

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